viernes, 27 de junio de 2014

La música

Se perdió entre el silencio del vacío, se perdió por encontrar su esencia más allá del espacio, en un lugar pleno de ausencia, en el que sus dedos caminaban veloces, serpenteando, jugando tanto con las blancas como con las negras en una partida imposible de ganar. Con cada nota, con cada acorde, viajaba más y más rápido, no podía mirar atrás, no podía verla de nuevo, la que había sido su musa se desvanecería, se fundiría con la distancia, como oleos en el mar. Si la observase se quedaría de piedra, tenía que seguir, perderse entre el silencio del vacío.

Y es que a donde vas, Caronte, no hay olas, no hay limosna que sacie tu hambre, no hay destino, sólo armonía, sólo ausencia, sólo una vereda arrasada por la luz que desprendes a tu paso. Qué más da si puedes correr, si puedes volar, pues vives más allá del tiempo, pues tu melodía baña de sueños la inmensidad y tras de ti, tras de ti sólo queda el eco.

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