miércoles, 27 de abril de 2016

Automáticamente.

¿Por qué no? A veces es necesario perder el tiempo, sentarse ante la pantalla y teclear, hacerlo sin pensar demasiado, sin buscar la historia que te vaya a catapultar o a sacar de la mediocridad, del anonimato y de la palabra que tengo en la punta de la lengua y que acabo de olvidar, palabra que probablemente use con ansia cuando esta decida presentarse a filas de nuevo, aunque no venga a cuento, ni a cuenta.
Los ingleses diferencian entre historia e historia. La ficticia, la que se cuenta, la que se lee, se narra… tienen historias sobre la historia, historias que pasan a formar parte de la historia, historias que son otra historia, historia, como si no fuesen lo mismo. La forma que tienen las palabras de relacionarse, cada sílaba, cada frase, cada letra, cada símbolo. Empastadas con la masa de la gramática, ordenadas con la sintaxis, engalanadas con la ortografía. Con ellas transmitimos nuestras ideas, mejor o peor, con ellas creamos la historia, pero pienso que en realidad son las auténticas protagonistas, cada palabra, como se relaciona con las demás, en una metáfora, como un espejo de la realidad, que la distorsiona a voluntad del autor, tergiversando, agrandando, encogiendo o haciendo casi lo que le venga en gana.
Como el ostracismo que antes decidió escabullirse y alejarse de mis dedos. El ostracismo, ese será el personaje principal de este relato, de esta historia. Unos segundos anonadado, sin escribir nada, pensando, quizás hayan sido unos minutos, y sólo puedo pensar en cuanto se parecen la historia y la histeria y en cuanto mal y cuanto daño y cuanto puedo llegar a pedir a la divina providencia, a la omnisciencia que divaga sin concretarse, porque es el puto éter que no se deja atrapar. La historia sólo guarda cohesión en nuestros supuestos y en nuestra necesidad, todo lo demás es dolor, dolor causado a la pupila cuando, sin que ésta sepa porque, la calzamos con unos tacones de aguja que pinche nuestro lóbulo central cada vez que pise este asfalto alquitranado con letras, señalizado con la sintaxis, engalanado con la ortografía y que representa la histeria contenida de una mente ociosa repleta de éter, que no tiene ni idea de por donde estallar.
Pero a quien le puede importar lo que ostracismo haya decidido ser, lo que haya decidido hacer y a donde decida ir. Está solo y solo va a seguir por más palabras que le rodeen. Él ni abre ni cierra puertas, porque él se dedica a otras historias.
¿Sabéis que es lo que pienso? Que esto que estoy escribiendo debería de tener banda sonora, debería de tener música y estar hasta arriba de la inspiración de otras personas que sí hayan sabido materializar coherentemente sus ideas. Por eso aprovecho para poner un par de canciones en Youtube, el texto no va a emitir sonido, pero puedo armonizar mi literatura con mi oído. Oído, que enorme similitud tiene con odio, es curioso que sea mayor a la vista que al, precisamente, oído. Reflexiones anodinas de un chalado que se lanza a la escritura automática por las noches, o por la noche más bien. Con semejante grado de abstracción es complicado acompasarse al influjo de la música y la historia sigue sin fluir de una manera rentable, no es oro fundido lo que corre por la pantalla, si no algo así como fango. Fango, que me recuerda a tango, que me recuerda a tanga, que me recuerda a algo que mis dedos no van a mencionaros, quizás por la vergüenza de verse retratados a sí mismos durante el proceso. Recordemos que ellos ahora mismo son simples herramientas, que solo ejecutan órdenes. Ejecutar, otra palabra interesante. Ejecutar el ostracismo ¿Ejecutarlo en qué modo? ¿Acabar con él? Podemos eliminar esa palabra del texto y perder a nuestro involuntario protagonista, él nunca ha pedido estar aquí. O quizás ejecutarlo de otro modo, arrancarle el alma, eliminar su significado. A fin de cuentas lo que hagamos con él va a dar lo mismo, es ostracismo, ya es como si no existiese. Como si no existiese, es decir, que en realidad existe. Quizás la historia y la historia no sean cosas tan diferentes, ambas determinan el sentido de la realidad según el odio y el punto de vista de cada uno. Puede haber ostracismo en la notoriedad y al final la mediocridad resulta tener los pies muy grandes, dejando unas huellas casi abisales.
-Y ahora es cuando te sientes incapaz de dejar de escribir- me digo a mi mismo en un tono calmado y suave, para que nadie me escuche hablar solo.
El espejo se convierte en una cámara de fotos, el tiempo se comporta de un modo extraño cuando lo insertas en una narración. Los recuerdos tienen la misma textura que las construcciones en presente y estas no se distinguen de las que tratan el futuro. Los días y los años saltan de párrafo en párrafo y de capítulo en capítulo relegando al ostracismo esos lapsos intermedios que sencillamente no existen aquí. Como en la realidad, la historia deja de ocupar espacio a medida que la vas dejando atrás y sólo los recuerdos que nosotros tejemos consiguen diluirse, en nuestras mentes, con el ahora y con el porvenir.

martes, 12 de enero de 2016

El pedo.

Me pillo un pedo, entonces pienso, pero no demasiado, pues es insano dar vueltas a la rueda y girar. Como giran los discos, confiscados del fisco, finados sin rastro, ni eco, ni olor. Que se vaya el dolor, que se vaya de golpe, y que galope de vega en vega, allén de la verga que lanza mi honor. Y así de porrazo, me atina su mazo, espalda molida portando el zurrón, que oculta la herida de un corazón que huele el llanto, que el huele el pedo que llevo intentando olvidar, sonidos de ayeres fugaces, oriundos disfraces de tierras falaces, de insultos del yermo, del luto y del muermo que viene a humillar. Porque me pillo un pedo y entonces pienso, que ha donde me ha traído esto no está tan mal.

Imaginario colectivo.

Nunca entendí tu visión,
quise escuchar,y me cegó.
Me cegó la luz, esa luz que otorgó
al silencio, a tu silencio, la razón.
Quieto, dibujando en mis ojos,
dibujando cada despojo
de la imaginación.
La que grita y brama,
la que irrita.
La que resiste incívica
a acatar la tentación.
Un sillón a la ventana,
un deseo que amilana
a la caterva por banal.
Por banal y lujuriosa,
como el vino con gaseosa,
disfrazando al paladar,
que inyecta sangre y velo,
detrás el escalpelo,
sajando sin parar.
Destino encorsetado,
al subir cada peldaño
con suerte y devoción,
abyecto es el rebaño,
el que gime exaltado,
a negar revolución.
Nunca entendí tu visión,
puse mi voz al resplandor.
Me llenó y así, así como se alargó
el silencio, mi destino, fue precoz.
Sobre vivo, sobre muerto.
Sobre sellado, de papel reciclado
con ideas dispersas,
que saben a miel
y que hoy son mi piel.
Tan fina y tan dura,
extendida en llanuras
con vías de roble y riel.
Que guían pensamientos,
que abaten al resto común
como un unísono vendaval.
Soplando en la ventana,
atestando de paz y calma
la ignorancia, la verdad.

jueves, 7 de enero de 2016

Melancolía inversa.

Tumbado al fin, en el palpito soporífero de la luna.

Buscando el redil, que al pecho abrió el pasar de la turba,

el pasar del tiempo, el pasar de las horas, a pesar de todo, de mi cordura.

Odiar todo lo que una vez me diste, por lo triste, por lo bueno,

por aquel momento en que burlamos la cruz y llenamos de luz nuestros sueños.

Odiar todo lo que un día luchamos, con los años, con las vidas,


por aquel instante en que las prisas, con sus prismas, cegaron nuestro amor.

Besos de ayer.

Rosal varado a orillas de mi mar,

a orillas de mi llanto salado

regando y colmando de vida tu recuerdo.

Tus cantos de sirena con espinas,

que pinchan mis globos, cierran mis ojos

meciendo y soñando que te encuentro.

Ya hace mucho que no escribo,

ni miro por la ventana por si pasas,

sin saberte o si besarte olvido,

como besa el alma, besar con ganas.

domingo, 27 de diciembre de 2015

Todo o nada.

Mañanas como la de aquel día siempre son jodidas de olvidar.

Poco más de las 8 de la mañana. Frío invernal, niebla perforando la piel. Un soniquete ridículo desde la televisión del bar. Bourbon en una copa que presenta decenas de manchas de agua, cara de pocos amigos y sueño, mucho sueño.

Ella llegaba inusitadamente tarde, reptando como una siniestra sombra, ocupando cada recoveco. Su silueta tenebrosa consumía las miradas de todos los presentes, captándolas con su magnetismo feroz. Tenía un motivo para reunirme con esa mujer, pero por un instante un cacareo lejano me suplicaba olvidarlo. Y me vi tentado de esconderme al orgullo, pero no lo hice.

Las vacas llegan en camiones, son contadas y se dirigen a recibir su destino en el matadero. Después pasan por una cadena en la que van siendo despiezadas. Esa carne se envasa y llega a las carnicerías de los supermercados para que una persona que muy probablemente jamás haya visto a una vaca en su vida pueda hacerse un guiso o un filete.

A alguien le va a pasar lo mismo.

Se apoya en la barra, a mi lado. Me sonríe:

- Hola, te veo mala cara ¿No has dormido bien? - preguntó con malicia - Pareciera que algo te inquieta, me pregunto que será.

Levanté el bourbon e hice el ademán de un brindis delante de sus narices, literalmente.

- No has perdido ni una gota de tu encanto. Me tienes en la cuerda floja, sabes que caeré y aun así vienes a darme el último empujón - sentencio antes de dar un sorbo a la copa.

Me mira, sonriente aun. Yo sostuve la mirada igualmente. Un ataque de orgullo, de permanecer recto ante todo. Una cortina de humo sobre mis miedos.

- De empujón nada, guapo. Sólo necesito soplar un poco, sin mancharme las manos. Tu firma está en todos esos papeles. Siempre tan duro, tan implacable, ascendiendo sobre el resto. Y una don nadie como yo te ha convertido en un pelele. Me das lástima, pero no la suficiente. Siempre has sido fachada - me arrebató la copa, la probó y la dejó sobre la barra, apartándola lo más lejos posible con un gesto de repulsión - y... joder, bebiendo esta mierda constantemente para aparentar ser más hombre. Todas las inversiones, todos los tratos, tus mejores negocios. Todos los vi yo primero, todos los orquesté desde casa. Tú te dedicabas a salir en las fotos y en las noticias. Ibas a las reuniones y cerrabas acuerdos con mis ideas.

- Nunca te pedí ayuda para...

- ¡PRECISAMENTE! - interrumpió con rotundidad - Jamás me ofreciste nada, era la mujer florero, la amante escondida detrás de las cortinas. Me tenías tan oculta que, mira tu por donde, ahora estás con el agua al cuello y yo no soy más que una víctima inocente.

- Quizás si hubieras preguntado, si hubieses querido entrar en la sociedad... quizás esto no hubiese pasado.

- Verás, supe reconocerte, tarde, sí. Pero te reconocí. Vi lo mucho que te gustaba alardear delante de tus colegas y después darme las gracias en privado. O sí, no te han faltado los detalles conmigo. Me has cubierto de regalos y me has dado dos niñas preciosas. Pero cuando nos casamos no parecías ser ese tipo de hombre, corruptible, capaz de codearte con lo peor de lo peor, sediento de éxito a costa de los demás.

Su mirada dejó de ser fría, abandonó esa mueca de satisfacción mientras seguía hablando.

- Todas las ideas fueron mías, desde luego, pero tú las firmaste toditas, de la primera a la última. Tú entrabas en esos despachos, era tu voz la que se pudo grabar en esas llamadas pinchadas de la policía. Y en cada uno de esos momentos no demostrabas otra cosa que perversión. Eras temible. No era la vida que yo quería, no eras el hombre amable y generoso que me enamoró, eras un monstruo. Malversación, desvío de capitales, soborno, prevaricación... ¿sigo?

- Mi abogado y yo vamos a jugar nuestras cartas. Tú no sólo eres cómplice, eres el cerebro. Alguna manera habrá de demostrarlo.

Ella se quedó boquiabierta, me miró, observó entre los botones de mi camisa buscando algún micrófono. Recorrió todo el bar con la vista. Había dos empleadas de correos tomando un café. Un señor canoso leyendo el periódico, las de la peluquería de enfrente esperando por sus desayunos, el camarero, una mujer sudamericana en la plancha haciendo tostadas y un joven trajeado, posiblemente un vendedor de seguros.

Ninguno de ellos conchabado conmigo, pero ella eso no lo sabía. Y aunque lo intuía no podía estar segura.

- ¿Tienes un micro? - preguntó en un susurro - ¿Lo llevas en el pecho? ¿Lo tiene alguna de estas personas? Seguro que has pagado al camarero. Aunque estoy segura de que no nos han podido escuchar con todo el ruido que hay aquí.

- Ninguna de estas personas tiene nada que ver conmigo, más allá de compartir el mismo local. Y si tengo un micro ¿qué piensas hacer? ¿Me desnudarás aquí delante para comprobarlo?

Temblaba, estaba nerviosa por primera vez. Toda la confianza que traía consigo se había desvanecido. Las tornas habían cambiado. Nos miramos y así nos quedamos, como en una partida de póquer entre dos malos jugadores. Ella se imaginaba mis cartas, pero no podía saber si era un farol. Yo conocía las suyas y me la jugaba a un all in 

La partida era tensa, comenzamos a jugar de nuevo. A todo o nada.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Hola

Hola día ¡Hola noche! Hola campo de lechugas rizas y, que no se me olvide, hola a todos los pajarillos, gatitos, lemures, adoquines, farolas, árboles tanto perennes, caducifólios o genealógicos ¡Hola pedrada en la cara! Hola flemazo del suelo, hola viejo verde, hola jovenzuela desvirgada mentalmente, hola niño, hola paracaidista, hola ola, tanto de costa como a costa de, hola tazón de cereales, hola panchito ¡¿CÓMOESTÁNUSTEDES?! Hola dios, hola Diosa ;) hola figura espectral, hola cacahuete, hola peladillo, hola gusano del peladillo, hola... miembro peladillo, ejem. Hola morsa, hola pared que no había visto, hola señoría, hola, por decir algo, ya sabes, hola. Hola mal hablado ¿qué dices del lenguado? Ah claro, hola peces de los mares, de los bares, de pecera o de nevera, hola cerveza, hola capullo, saluda de mi parte a tu culo. Hola pareja, hola cabrones sin cornamenta. Hola fresón, hola duquesa, hola también a los títeres sin cabeza. Hola espartanos, hola moribundos y hola a todos los valientes del mundo. Hola gimnasio, hola persiana, brindemos por el sol en una copa de Siana. Hola gobierno, hola ramera, bonita consigna la que hay en tu remera. Hola cartero, hola sirena, ponganme un sello que diga ¡Hola a la Reina! Hola pingüino, hola pepino, hola hercúleo y potente pardillo. Hola manazas, hola manitas, id a un hotel para hacer chapucillas. Hola por hola, hola por nada, hola a quien vive en cuentos de hadas. Hola a quien salte, hola a quien corra, hola con eco en una mazmorra.

Hola.

lunes, 12 de octubre de 2015

Yo y mi alabardero suizo.

A lo largo de mi vida, desde que era pequeñajo hasta ahora, a la gente le ha cautivado mi manera de escribir. Me lo han dicho mucho y sinceramente, aunque no diga absolutamente nada, pueden disfrutar de mi lectura. A saber porque escribo sobre algo tan baladí. No merece la pena apostar porque no existe una respuesta, quizás es porque cada vez que escribo algo la gente me lo repite, quizás porque soy honesto y tengo ganas de haceros ver que no es para tanto, un poco de musicalidad aquí y allá, melodía y compases en prosa. O quizás por demostrar que da igual lo que trate o las pautas que me salte, que va a seguir gustando.

Pero vamos a ver, yo a veces miro atrás, ojeo textos viejos y no me falta nada para caer de culo con la carcajada. <Terrible  mierda la que me salió aquel día ¿en qué cojones estaría pensando?>, en los míos no, eso desde luego. Padezco tendencias de esas que siempre me han resultado abominables porque no le echo lo que le tengo que echar a lo de verdad. Y hablo de abandonarme a la soledad del novelista (o si a caso a la romántica y decadente soledad del novelista), de echarle horas y días y meses y años y más y más conjunciones, así hasta el fin de los tiempos. O lo más probable, hasta que se me acaben las ideas, las ganas o las comas. Entonces cubro el cupo con este ninguneo falaz cubierto por la gloria de la RAE y un oportuno diccionario de sinónimos. Posmodernismo, autoayuda elegante de falsos filósofos, altanería léxica de best seller, de esa que jamás recogerían los grandes, los de verdad, si no la de el registro fútil del lector de a pie, ese que busca magia en lo obsceno y el calor de la muchedumbre abriéndose paso desde la ignorancia hasta la resignación. Supongo que no sirvo para codearme con sus doncellas de porcelana, frágiles y engalanadas con maquillajes y sedas, pero todas salidas de algún almacén de Beijing.

Las pasadas navidades conocí a alguien, uno de esos genios que parecen resplandecer. Con sus cosas raras, sus mil anécdotas, sus miles de lecturas y su basto mundo. No es que hablásemos mucho, a mi me fue suficiente con sus decenas de referencias culturales, las cuales salían sin esfuerzo de su cabeza y, por su puesto, con su capacidad para desprender cultura en su vocabulario a la vez que me decía,<ey, tío>, de un modo brutalmente coloquial y cercano. Sí, un hombre de más de 70 años, estudioso de la lengua y de su literatura, un enorme escritor. Parece ser que no suele tomarse esas confianzas con a penas nadie, o sólo con quienes considera sus iguales, no en términos de género, raza o especie, si no de sensibilidad para la literatura. Obviamente, con eso, cualquiera se arriesga a crecerse más de la cuenta. Supongo que no fui menos que nadie en ese sentido y tome mi parte. Pero sé que ese reconocimiento me vino directamente de lo que a él le sobraba. Desgastado por la ausencia del éxito, porque gente como yo, o que se dedica a embaucar de la misma forma que yo lo hago, se come todas las sopas de letras, publican, ganan, venden. Y no, a él no le interesa vender, como tampoco a mi, pero no es menos cierto que el hecho de que mis textos tengan más posibilidades que los suyos radiografía a una sociedad que no va a ninguna parte. Yo nunca seré un best seller, eso no es un drama. Él nunca podrá abrirse al mundo, con lo mucho que tiene para dar, eso sí que lo es.

No escribe para las masas, esa chica que ves en el paseo leyendo su novelita de Zafón o de Etxebarría no está capacitada para someterse al exuberante y rico cáliz de pensamientos, análisis e imágenes que pueda brotar de sus ensayos. Y no es culpable de eso. La tristeza no está condicionada por la maldad de la plebe, si no por la impotencia de saber que lo único que puede romper la maldición es también aquello a lo que está más inmunizada.

Cada vez que alguien me dice que esto se me da bien menos motivos encuentro para escribir nada. Aislarme, encerrarme y considerar la trama como sangre por mis venas, olvidarme de vivir por una pasión que no tengo, simplemente por concluir que se lo debo a alguien.

Monté una estantería para libros, fui un dandi, aunque sólo de refilón, bebí de la amarga pulpa del reconocimiento, el único reconocimiento que sirve de algo, el de aquel que nunca conocerá nadie. Me pregunto si me habrá mencionado en alguna de sus tertulias con intelectuales, si me habrá leído desde entonces, si todo esto sustituye a los elogios perecederos de gente que, por los inauditos desmanes de la ignorancia, decapitan mis ilusiones al venerar (o venerear) toda la mierda que cago por cagar, sin haber comido nada, sin tener nada que decir.

No hace falta valor para ser un Bukowski, un Coelho o menstruar un Principito.

domingo, 11 de octubre de 2015

Caminando sin decir nada.

Hoy me apetece hablar de las búsquedas. Las búsquedas personales, las pequeñas búsquedas que iniciamos y que, de llevarse a cabo con éxito, consideramos definitivas y salvadoras. Dejemos de lado la felicidad, ese elemento que brota de nuestra personalidad y que no es más que una cualidad inherente. Hablemos de algo menos profundo, de soluciones cotidianas.

Porque nos pasamos la vida buscando soluciones al devenir de nuestros actos y de los actos ajenos, confiando, finalmente, el total de nuestras expectativas en tal sentido a la adquisición de voluntad. Al final determinamos que es la voluntad como un boleto de lotería, que a través de un imperioso deseo de obtención de la recompensa que supone nos va a tocar, va a salir premiado. Porque lo deseamos, porque nuestra voluntad no aspira a nada más, porque nos pasamos la vida buscándolo y, algún día, ha de llegar. Es una cuestión de esperanza y de fe. No hace falta ser religioso para delegar en la fe.

¿Es buena? ¿Es mala? Supongo que lo más sensato es decir que no estorba a nadie. Giramos constantemente en un atropellado y turbulento émbolo. Arriba y abajo, mezclándonos con la voluntad, la fe y la esperanza, diluyendo nuestra búsqueda de soluciones en ese pastiche que ya ha obsesionado a tantos. Y encontramos la verdad en un sinfín de historias de superación ajenas, en discursos motivacionales que se vierten sobre intereses que, seamos sinceros, jamás habrían sido los nuestros de no estar presente la obligación. La obligación es una línea de metro que recorre el extraño submundo de la normalidad y que nos puede dejar en diversas paradas. Tenemos la necesidad, la más imperativa, el final del trayecto, ese punto en el que te vuelven a cobrar toda tu fe y toda tu voluntad si quieres continuar viajando. Puedes pasar de largo pero te saldrá muy caro, así que lo normal, lo obligado, es que te bajes, porque no piensas darle tu posible lotería ganadora al conductor. Obviamente el conductor no se lo merece. De modo que evitas la senda de la locura y ahí estás, en la parada de la necesidad. Si todavía no habías encontrado lo que buscabas descuida, estás de suerte, porque justo en esa parada, nada más subir las escaleras, te encontrarás de bruces con un montón de soluciones. Ninguna te costará tu fe, ninguna te costará tu voluntad, pero la esperanza amigo mío, ya la habrás perdido.

Y es que la necesidad es lo que nos queda después de no hacer nada, de viajar a través de la normalidad y ceñirte al trayecto. No te has hecho rico, no has encontrado ese empleo que tanto deseabas, no has triunfado en tus sueños pero... entre la miseria vas a poder asomar la cabeza. Abajo pantalones colega.

A veces me paro a pensar en la siguiente cita, "el movimiento se demuestra andando" ¿es a caso una tautología o realmente viene a demostrarnos algo? Si en vez de tomar el metro te lanzas a caminar lo más probable es que además de demostrar movimiento también te canses más, pero llegarás más lejos. No tendrás que bajarte en la necesidad ni volver a pagar para realizar el mismo camino, podrás continuar avanzando con tu voluntad a cuestas hasta que descubras que te sobra, que te pesa, que te sobra la fe, que te sobra la esperanza. Que te sobra todo. Nos pasamos la vida esperando el milagro, realizando búsquedas, porque nos afectamos por lo que hagan los demás, nos sumergimos en las historias que cuentan otros y nos bloqueamos observando la lotería, el camino fácil, aquel en el que no corremos riesgos, aquel que no nos cansa y en el que las decisiones son ilusiones.

Ahora no esperéis una conclusión o un cierre definitorio a estas divagaciones mías. Los puntos de inflexión son así, simplemente es más sencillo hacer un camino nuevo que buscar la ruta adecuada entre tantas señales capciosas. Y ni puto caso a Paulo Coelho, es un liante.

martes, 9 de junio de 2015

Declaración.

Desde el infecto vientre de la concupisciente hegemonía del capital, declaro por mi y por todos mis compañeros, que mañana, cuando esté tan humillantemente enfadado que no pueda sucumbir a la represión de mis impulsos, no haré nada en absoluto.

Salve dolar.

23 + 1 x Mí

Días en los que la noche llega tarde, cuando ya no se la espera. Días esos en los que los parpados se repelen, en los que te quedas mirando el viso del techo, ese que reflecta radiales de luz hipnóticos. Entonces, atrapado en tus pensamientos, reflexionas sobre el valor de tu vida, el valor de tus actos, lo comparas con el de los demás, te das cuenta de lo absurdo que es, pero no obstante te planteas unas prioridades que son francamente inasumibles.

Obviamente tú no tienes capacidad de decisión, no puedes fustigarte, ni lanzarte a la aventura desde la premeditación, te cansarás mucho antes de que la ansiedad haga su trabajo. Es una carrera de resistencia en la que toda energía acumulada es vana, el desasosiego la consumirá en un segundo, los dos pasos atrás para coger impulso serán eso, dos pasos atrás, pasos estos en los que te apoyarás para ver el futuro. Otro anodino día en el que la noche llega tarde y en el que los parpados se repelen.

¿Y qué harás mientras te reconcilias con los sueños? La cara más cruda , esa a la que nunca ha dado el sol, fría como supongo que es el infierno. Esa es la que saldrá de una vorágine de sentimientos encontrados que se arremolinarán en torno a ti, recreando las tempestades que hace tiempo observabas en el mar. Y a la deriva vagarás a merced de un viento tan caprichoso como helado, y frías tus mejillas se sonrojarán, buscando la aprensión de la vergüenza, porque no existe reconciliación posible, porque esa cara tan cruda es la tuya, porque el infierno habita en tus ojos, secos y casi inertes. Inexpresivos, especulando con la tóxica fantasía de un mundo que te atormenta, de una salvación que supondría caer en las redes de la paranoia colectiva.

Es la tortura de una consciencia viva y solitaria, es el día a día de un hogar sin ventanas.

viernes, 27 de junio de 2014

La música

Se perdió entre el silencio del vacío, se perdió por encontrar su esencia más allá del espacio, en un lugar pleno de ausencia, en el que sus dedos caminaban veloces, serpenteando, jugando tanto con las blancas como con las negras en una partida imposible de ganar. Con cada nota, con cada acorde, viajaba más y más rápido, no podía mirar atrás, no podía verla de nuevo, la que había sido su musa se desvanecería, se fundiría con la distancia, como oleos en el mar. Si la observase se quedaría de piedra, tenía que seguir, perderse entre el silencio del vacío.

Y es que a donde vas, Caronte, no hay olas, no hay limosna que sacie tu hambre, no hay destino, sólo armonía, sólo ausencia, sólo una vereda arrasada por la luz que desprendes a tu paso. Qué más da si puedes correr, si puedes volar, pues vives más allá del tiempo, pues tu melodía baña de sueños la inmensidad y tras de ti, tras de ti sólo queda el eco.

viernes, 20 de junio de 2014

Reflexiones de un día cualquiera.

Hablando un poco del futuro, pensando en alto con un amigo, salieron algunas reflexiones. Hablamos de la corona, de política, de conspiraciones y un poco sobre el mundial, sí, el invento ese.
¿Qué salió a relucir? pues poca cosa, la verdad es que para ser temas a prior tan relevantes y con tanto que debatir, las conclusiones fueron escasas.

Por un lado tenemos a la corona, monárquicos demócratas por un lado, republicanos demócratas por el otro. Unos piden referéndum, los otros no, claro, esos ya tienen lo que creen querer. Y es tan absurdo como que todos ellos se autoproclaman demócratas, pero ojo, eso no se riñe con que te impongan al jefe de estado, la democracia puede estar ahí a pesar de lo que la gente quiera. Y los monárquicos se pasan la coherencia de su discurso por los cojones, si quieres un rey, quieres un rey, no un puto notario. ¡Coño, pedid un referéndum para ver si queremos rey o no! y si sale el sí ¡dadle los poderes que un rey se merece! Poder judicial, legislativo y ejecutivo separados... cuando te puedes ahorrar una pasta si se lo metes todo al rey. Y fuera políticos, total, si se elige democráticamente, el poder habrá salido del pueblo por una vez, del pueblo ara el rey, pero del pueblo. Además, que este que nos ha tocado, ha salido preparado, ojo, que no es moco de pavo, es una monarquía, te podía haber tocado la infanta Elena, iimagina que hubiese nacido varón, que suerte, un rey preparado.
Y esas son la conclusiones al respecto, un reinado democrático más con un rey que no será rey, pero que estará ahí igualmente, por la unidad de España.

La política, independencias varias, conflictos, casta, partidos emergentes... el chico de la coleta partiendo la pana, literalmente, ganando apoyo entre personas a las cuales jamás habría imaginado un voto semejante. No es oro todo lo que reluce, pero oye, mejor platino macizo que mierda bañada en 12 kilates, eso pienso yo, al menos.
Tengo curiosidad por ver a donde llega y si es capaz de ser coherente a su discurso, no al que tiene ahora, si no al que ha tenido antes de su salto a la fama y que todo esto sólo sea marketing para batirse con los grandes.

Respecto a las independencias... se ha hablado mucho últimamente a cerca de eso, que es la totalidad del pueblo español el que ha de decidir... por su puesto. Pongamos un paralelismo un poco bestia, un secuestro.
Al secuestrado se le presenta la posibilidad de votar su liberación, democráticamente, pero en el referéndum participan también los secuestradores, que son seis, seis contra uno. Pongamos que dos de ellos votan libertad, al igual que el secuestrado, cuatro contra tres, se queda preso ¿eso es democracia? regresamos al mismo punto que la monarquía, es curioso que diferente es la democracia según la impongan unos o la pinten otros. Si Catalunya quiere ser independiente bajo el mandato de Más... allá ellos, que voten y decidan, es lo justo, que saldrán de España para seguir en las mismas... cierto, será así, pero es su derecho.
¿Pero no hay a caso una solución sana para todos? Sí, las hay, las llaman utopías, es la forma de decirle a la gente que no toque los huevos, vivimos limitados en nuestra perspectiva, rodeados de fronteras, de líneas rojas y nos dicen que no se pueden rebasar, que no hay manera, que es imposible. Y nos inoculan la inacción. Se han realizado propuestas de estado, se han mencionado cambios de sistema que podrían contentar a la inmensa mayoría, pero la termodinámica nos obliga a creer, a creer como se cree en dios, que valemos lo que tenemos y que no hay nada más, sea cierto o no, nos instan a no intentar descubrirlo.

Y a modo de ocio, en el momento lúdico de esa charla, apareció el furbol, el dichoso furbol, deporte de masas, el opio del pueblo... como deporte tampoco tiene nada malo, la verdad, pero tiene demasiada pompa, demasiado dinero, demasiada influencia en ámbitos que se alejan por la perpendicular de lo que es el concepto del deporte. Brasil es un negocio, como lo es todo a esos niveles, no son niños jugando en la calle, haciendo amigos, creciendo... son familias hambrientas clamando por su selección, deseando evadirse con quimeras y mentiras que sus héroes de barro buscan ofrecerles para enaltecer su ego, para cobrar sus primas, para mejorar sus contratos de imagen, para su prestigio y su cartera. Ni uno ha tenido la decencia de quedarse en casa y no participar en un mundial corrupto, como todos, ninguno demanda todo aquello que tienen detrás y que bien conocen. No son cómplices, no son profesionales que hacen lo que les mandan, son parte de la culpa, la más grande. La culpa jamás la tiene la víctima, la víctima es la afición, que engañada, confía a esa gente las ilusiones que ellos jamás podrán cumplir, pensando en el mundo idílico que ven en sus sueños. Son forofos, masas alocadas y desvocadas que han perdido la capacidad de razonar la lógica de todo ese mundo y que actuarán con pasión y violencia, porque son humanos, porque son sencillos y porque sólo quieren tranquilidad, seguridad y alguna alegría. Ellos no son el sustento, lo son los futbolistas, esos que alimentan toda esa injusticia.
Salió Iniesta, él, tan diplomático, tan callado, tan sencillo... condiciones que no parecen reñirse con la hipocresía, la fama y las riquezas. Salió y comentó que no entendía que la gente en Brasil estuviese triste y protestando cuando iban a ser sede de un mundial, que eso era motivo de alegría. Cuando se reparta la riqueza, el mundo no esté en peligro de irse a la mierda y todos tengan libertad, salud, comida y felicidad, entonces habla de mundiales y de celebraciones, pero cuando esos eventos se dedican a empobrecer a la gente, cuando sirven para robar, mejor te callas. Y si eres un capullo al que le da igual todo eso que tú bien conoces y vas a perseguir tu puta fama, tus éxitos y tu dinero, ve, ve mientras te lo permitamos, pero no hagas sangre de la injusticia.
Con esa frase, con esa conclusión resumo todo el mundial y digo más, me alegro de que ese grupo se haya quedado fuera tan pronto, por bocazas y por insolidarios.

Pese a quien pese, duela a quien duela.

domingo, 8 de junio de 2014

Silencio

Cacé una onomatopeya, le di al gatillo que le hizo pum, resultó ser de agua salada, bacalao al pil pil, me salió al tuntún. Pero aun así me la tragué enterita, fuese verdad, o de mentira, más al tragarla, con sus espinas, rasgué mi voz y sin tiritas, las onomatopeyas ya no salen. Tanto tienes, tanto vales.

sábado, 7 de junio de 2014

Contrato.

Y con esto se supone que me presento, abro el blog y os doy la bienvenida. Pues bien, no son palabras bonitas las que tengo para vosotros, no os voy a decir que escribo para que me leáis, que espero que disfrutéis con mi trabajo ni demás memeces.
Escribo y sostengo este blog para mí, nada más que para mí, para celebrar mi onanismo y sacudirme la necesidad de escupir un poco de mierda de vez en cuando, porque me apetece.

Mucha gente recurre al autoengaño, comienza a escribir pensando en los demás, para obtener reconocimiento. Eso podía tener valor hace unas cuantas décadas, hoy en día, con la cantidad de blogs que existen ¿quién se lo va a creer? Algunos alcanzarán algún éxito, enhorabuena, habéis tenido suerte, otros se consolarán pensando que un par de fieles marujas les siguen y les comentan. Otros lo dejan todo a medio hacer por no encontrar la motivación necesaria, por la falta de apoyo, porque no disfrutan escribiendo.

Pero yo escribo para mí, soy un egoísta y vosotros no sois mi público, sois mi vara de medir, sois la herramienta con la que voy a trabajar, los observadores que alteren la realidad de mis publicaciones.


En este blog vais a encontrar de todo y no todo va a tener un mínimo de calidad literaria, porque ese no es el objetivo, tampoco encontraréis información y actualidad periódica, pues no es el objetivo. Encontraréis un montón de mierda, pensamientos que me ronden, historias que se me ocurran, palabras que me invente y faltas de ortografía. Al que le interese y le guste eso, perfecto, tiene un problema y le aplaudo por ello, pero que no venga nadie a comerme la polla y tampoco a criticar lo que hago, aquí no hay rincón para la polémica, tú lees, yo escribo, punto.

Y hasta aquí por hoy.