martes, 12 de enero de 2016

El pedo.

Me pillo un pedo, entonces pienso, pero no demasiado, pues es insano dar vueltas a la rueda y girar. Como giran los discos, confiscados del fisco, finados sin rastro, ni eco, ni olor. Que se vaya el dolor, que se vaya de golpe, y que galope de vega en vega, allén de la verga que lanza mi honor. Y así de porrazo, me atina su mazo, espalda molida portando el zurrón, que oculta la herida de un corazón que huele el llanto, que el huele el pedo que llevo intentando olvidar, sonidos de ayeres fugaces, oriundos disfraces de tierras falaces, de insultos del yermo, del luto y del muermo que viene a humillar. Porque me pillo un pedo y entonces pienso, que ha donde me ha traído esto no está tan mal.

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